Casos sorprendentes revelan cómo la conectividad de objetos cotidianos puede ser aprovechada por fuerzas oscuras de la red
El crecimiento del Internet de las Cosas (IoT) ha reformulado el concepto de seguridad en el hogar y la vida diaria. Lejos de limitarse a ordenadores o teléfonos, hoy el foco de los ataques informáticos alcanza objetos inesperados, muchos de ellos de uso cotidiano y que, a simple vista, no lucen peligrosos.
La compañía de ciberseguridad ESET analizó algunos de los casos más llamativos de dispositivos insólitos vulnerados y las consecuencias que los rodearon.
El acuario que abrió las puertas de un casino
Uno de los incidentes más asombrosos ocurrió en un reconocido casino de Las Vegas. En el lobby, el acuario lucía como un atractivo más, equipado con un termostato inteligente encargado de regular temperatura y condiciones del agua. Lo que nadie anticipó fue que este dispositivo, conectado a la red interna, abriría la puerta a un ataque cibernético.

A través de una vulnerabilidad en el termómetro de la pecera, los delincuentes lograron acceder a la base de datos del establecimiento y obtener información de alto valor, incluyendo los nombres de los principales apostadores. El caso expuso cómo la incorporación apresurada de tecnología puede poner en riesgo sectores críticos si no se evalúan con anterioridad los posibles puntos de ingreso.
Un peluche convertido en espía
En 2017, la empresa Fisher-Price presentó un oso de peluche inteligente con la premisa de fortalecer los lazos familiares mediante el intercambio de mensajes de voz entre padres e hijos. El diseño, que pretendía ser revolucionario, ocultó una grave falla: las grabaciones enviadas por los usuarios se almacenaban en servidores sin la protección necesaria.
Bastó un ataque informático para que los ciberdelincuentes accedieran a más de dos millones de archivos de audio y a información personal sensible de menores registrados en la plataforma.
Lo que para muchas familias representaba un avance en la comunicación, se convirtió en una amenaza a la privacidad y demostró que ningún objeto, por simpático o inocente que parezca, está libre de ser hackeado.

Cámaras de seguridad al servicio de ciberdelincuentes
Las cámaras inteligentes se han popularizado como medida de protección en hogares, pero también han sumado riesgos, como se comprobó en un caso ocurrido en Texas en 2019. Una familia instaló una cámara de la marca Ring para monitorear la habitación de su hija. La seguridad del dispositivo dependía de una contraseña poco robusta.
Los ciberdelincuentes aprovecharon esta debilidad y lograron tomar el control de la cámara. No solo pudieron observar a distancia, también emitir mensajes a través del altavoz, exigiendo un pago y lanzando amenazas directas. El impacto fue tal, que la familia optó por desconectar el equipo de inmediato.
Episodios como este dejaron en evidencia que la comodidad de la vigilancia remota debe ir acompañada de fuertes medidas de seguridad digital.

Vehículos inteligentes, una nueva amenaza
La integración de sistemas conectados en automóviles prometía mayor confort y personalización, pero también abrió una nueva dimensión de amenazas. En 2015, los expertos en ciberseguridad Charlie Miller y Chris Valasek demostraron mediante un experimento que era posible tomar el control remoto de funciones esenciales de un coche moderno, desde liberar aire frío al máximo hasta manipular la radio y los limpiaparabrisas.
La prueba, realizada sin intenciones maliciosas, motivó a la automotriz responsable a revisar 1,4 millones de vehículos, subrayando la urgencia de fortalecer la protección en productos de movilidad cada vez más complejos y conectados.

Para proteger los dispositivos de uso cotidiano desde ESET, indicaron que lo principal es mantener los equipos actualizados y sustituir las contraseñas predeterminadas por combinaciones seguras que incluyan letras, números y caracteres especiales. También resultan necesarias la correcta configuración de cada dispositivo, la desactivación de puertos y servicios no utilizados y la activación del segundo factor de autenticación cuando exista la opción.
El avance del IoT acerca hacia un futuro cada vez más interconectado, pero donde la atención a los detalles de seguridad digital será clave para evitar que lo más inesperado se convierta en una amenaza invisible.