Científicos descubrieron en un estudio en ratones que estos componentes aumentan los niveles de energía y reducen las placas de proteínas vinculadas a la enfermedad de Alzheimer

“Una forma de vitamina B3 y un antioxidante que se encuentran en el té verde ayudan a las células cerebrales a eliminar las partes dañadas y aumentan los niveles de energía. Los compuestos reducen las placas de proteínas vinculadas a la enfermedad de Alzheimer en los cerebros envejecidos”.
Así describieron un innovador hallazgo los investigadores de la Universidad de California Irvine.
Los resultados se publicaron en la revista Gero Science. “A medida que las personas envejecen, sus cerebros muestran una disminución en los niveles de energía neuronal, lo que limita la capacidad de eliminar proteínas no deseadas y componentes dañados”, dijo el autor principal, Gregory Brewer, profesor adjunto de ingeniería biomédica en la UC Irvine.
Y añadió: “Descubrimos que restaurar los niveles de energía ayuda a las neuronas a recuperar esta función esencial de limpieza”.

Para analizar la concentración de guanosina trifosfato en neuronas de ratones envejecidos, modelo de Alzheimer, el equipo empleó un sensor fluorescente diseñado genéticamente para este propósito.
Identificaron una disminución del GTP libre con el avance de la edad, sobre todo en las mitocondrias, regiones encargadas de suministrar energía a las células. Este descenso afectó negativamente la autofagia, mecanismo clave para eliminar elementos dañados del interior celular.
Sin embargo, al aplicar nicotinamida y galato de epigalocatequina durante 24 horas, se logró restaurar el GTP a los valores propios de células jóvenes. Esta normalización produjo beneficios como un metabolismo energético más eficiente, mejor funcionamiento de las GTPasas involucradas en el transporte interno (Rab7 y Arl8b) y una eliminación más efectiva de los agregados de beta amiloide. Además, los investigadores registraron una disminución del estrés oxidativo, factor relacionado con el daño neuronal.

“Este estudio destaca al GTP como una fuente de energía previamente subestimada que impulsa funciones cerebrales vitales”, afirmó Brewer. “Al complementar los sistemas energéticos del cerebro con compuestos ya disponibles como suplementos dietéticos, podríamos abrir una nueva vía para tratar el deterioro cognitivo relacionado con la edad y la enfermedad de Alzheimer”.
El científico advirtió: “Se requerirá más investigación para encontrar la mejor manera de administrar este tratamiento, ya que un ensayo clínico reciente con investigadores de la UC Irvine demostró que la nicotinamida oral no fue muy efectiva debido a la inactivación en el torrente sanguíneo”.
Participaron también Ricardo Santana, especialista asociado en ingeniería biomédica de la UC Irvine, y Joshua McWhirt, especialista junior de la misma universidad y actualmente doctorando en la Universidad Médica de Carolina del Sur. El estudio contó con fondos de los Institutos Nacionales de Salud y de la Fundación UC Irvine.

La Cleveland Clinic menciona trabajos que demuestran una menor incidencia de pérdida de memoria y dificultades de concentración entre quienes consumen té verde con frecuencia, en comparación con quienes prefieren otras variedades. Investigaciones en personas con deterioro cognitivo precoz también muestran una baja de biomarcadores vinculados con la enfermedad de Alzheimer tras incorporar esta bebida a la dieta.
La dietista registrada por Cleveland Clinic, Julia Zumpano, enfatiza la utilidad del té verde como opción preventiva frente a la demencia y otros trastornos de la memoria.
Además, según la misma institución, el consumo regular de té verde se ha vinculado con la disminución del colesterol y la protección frente a eventos cardiovasculares como infartos y accidentes cerebrovasculares. Los antioxidantes presentes en la infusión, incluidas la EGCG, quercetina y teaflavinas, resultan beneficiosos para el sistema circulatorio porque favorecen la dilatación de los vasos sanguíneos y previenen la obstrucción arterial.
“Las investigaciones también sugieren que las propiedades antiinflamatorias del té verde pueden reducir el riesgo de que ciertos tipos de cáncer reaparezcan (recurran), entre ellos el cáncer de mama, colon, esófago, hígado, pulmón, próstata y estómago”, señalan en Cleveland Clinic.