Dormir siete u ocho horas seguidas no siempre es garantía de nada si nuestro cerebro sigue en penumbras durante la mañana.
Muchas veces nos preguntamos por qué estamos cansados cuando nos despertamos si nos habíamos ido a dormir a una hora razonable y no nos despertamos por la noche. La razón, según la ciencia, podría estar en la luz o en la falta de ella justo antes de que suene el despertador.
Nuestro cerebro no sabe si es de día o de noche y da igual que durmamos las ocho horas recomendadas con la precisión de un reloj suizo si nos despertamos en penumbras, con el celular en la cara y buscando un café que nos dé un poco de energía, ya que, lo que falla no es nuestro descanso sino nuestro sistema operativo y, según la ciencia, se trata de una cronodisrupción.

Según el doctor español Emilio Gómez Cibeira, neurólogo y responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, estar insuficientemente expuesto a luz natural a primera hora del día, así como estar excesivamente expuesto a luces artificiales por la noche, es un problema real hoy en día.
El médico añadió que esto puede terminar confundiendo a nuestro reloj interno, que se verá incapaz de segregar cada sustancia en su momento oportuno y entrará en un estado conocido como cronodisrupción. El resultado a todo esto será un sueño de calidad dudosa, cambios de humor y metabolismo rebelde, entre otros detalles.
Cómo amanecer con energía
La Universidad Metropolitana de Osaka en Japón señala que el truco para amanecer con energía no está en dormir más, sino en bañarse en luz natural al abrir los ojos, pero aclara que debe ser de luz solar, porque el sol no solo calienta sino que también sincroniza.
“El principal regulador del ritmo circadiano es la luz solar, que activa las células ganglionares de la retina y estas envían señales al núcleo supraquiasmático. Esto provoca la supresión inmediata de melatonina, la hormona del sueño, y permite que empiece el ascenso de cortisol y otras hormonas que te ponen en marcha por la mañana”, dijo.

En tanto, indicó que no se trata solo de que durmamos bien, sino de que despertemos alineados con el planeta porque nuestro reloj biológico no se limita a marcar cuándo toca ir a la cama, también influye en la temperatura corporal, la concentración o el hambre.
El experto dijo que necesitamos estar activos durante las horas centrales del día, cuando se requiere un mayor rendimiento metabólico e, igualmente, necesitamos que el metabolismo baje por la noche y todo esto depende de una regulación hormonal orquestada por los ciclos de luz y oscuridad.
Subir la persiana, lo primero que hay que hacer por la mañana
Despertar en medio de la oscuridad como si fuera una cueva no ayuda, por lo cual el primer gesto del día antes del café e, incluso, antes de agarrar el celular, debería ser dejar que entre la luz a la habitación.
Gómez Cibeira indicó que no siempre es recomendable dormir con las persianas abiertas, especialmente en grandes ciudades donde hay demasiada luz artificial nocturna, pero recomendó que, en cuanto amanezca, hay que abrir la persiana o ventana y, si se puede, salir a caminar o hacer algo de ejercicio a cielo abierto, mejor.
“La luz solar tiene una intensidad y una proporción de luz azul que no se puede replicar con los sistemas de iluminación artificial convencionales, alertó el especialista, quien dijo que, mientras que la luz natural va cambiando su temperatura e intensidad a lo largo del día, adaptándose al momento, la artificial se mantiene constante y, por lo tanto, desincronizada con nuestros ritmos biológicos”, culminó el neurólogo.